Tuna: la salvación de los Incas

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La tuna, también conocida como palera, chumbera o fruta de nopal, pertenece a la familia de las cactáceas; son originarias de Centroamérica y se han extendido por todo el mundo. El nopal o la hoja de la chumbera tiene tallos divididos en hojas aplanadas como astas y en sus extremos aparecen los frutos y las flores; tanto los frutos como las hojas están recubiertos de espinas muy duras.

Son comestibles tanto sus hojas tiernas como su fruto, sus frutos es una baya de forma ovalada y esférica, carnosa con espinas finas y transparentes, su color es verde y se torna amarillo o escarlata hasta alcanzar la maduración; su pulpa es jugosa y gelatinosa de color rosa o crema pálido tiene tiernas semillas; su sabor es indefinido parecido a la fresa y el plátano.

También se cree que se originó en Perú, esta Cactaceae es nativa de América y se encuentra desde las praderas canadienses hasta el estrecho de Magallanes, pero ha sido naturalizada y cultivada en el mundo entero, diversas referencias históricas sobre el nopal se remontan a los primeros años de la Nueva España.

A Europa llegó en el siglo XVI y se extendió por todo el Mediterráneo y Oriente Próximo rápidamente.

En Bolivia 

Expertos en la producción de tunas califican a esta planta como “una bendición de Dios” y una excelente opción para encarar los problemas generados por el cambio climático, pues no es exigente en suelos ni requiere de mucha agua.

Pese a que la fruta se remonta a tiempos ancestrales, el año pasado se destapó una especie de boom de la tuna en el país. Desde diciembre hasta febrero, las tunas toman la ciudad y es fácil conseguirlas de las manos de caseras que las pelan sin miedo a las espinas.

La leyenda de la tuna:

Esta historia se desarrolla antes de la llegada de los españoles al continente americano, durante el Imperio Incaico.

A fin de conocer y explorar sus dominios, la autoridad máxima de los Incas mandó a realizar expediciones en busca de nuevos ingredientes culinarios.

Un día, el Inca ordenó llamar al guerrero más valiente y leal de su ejército, Apu. El Inca le dijo que en las expediciones encontraron plantas con espinas que provocan un dolor terrible al tener contacto con ellas, además de estar protegidas por una enorme serpiente que ataca al que osa aproximarse “…y sólo uno de los chaskis logró sobrevivir a tal encuentro”. Entonces, Apu le contestó, muy seguro de sí mismo, “… destruiré ese monstruo y vengaré la muerte de mis hermanos”.

Apu arma un plan y manda al guerrero más ágil a que conduzca a la gran serpiente a una hoguera, preparada por otros miembros del ejército.

Una vez ahí, un soplido de la astuta serpiente frustra el plan. Luego, lanza su veneno sobre Apu quien cae adormecido inmediatamente. Entonces Chunta, el guerrero más fuerte, toma a la serpiente del vientre y la lanza contra los cactus. Al intentar escapar, la enorme víbora se enreda en la espinosa planta, y de esa manera encuentra la muerte.

Los guerreros llevaron la cabeza de la serpiente al Inca a fin de tranquilizar a la población y aprovecharon para llevar un gajo de la planta que los salvó de la muerte y que no tardó en ramificarse a lo largo de la región y en regalar su delicioso fruto.

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