La tuna es el fruto del nopal, perteneciente a la familia de cactáceas (cactaceae), que
forma parte de las 300 especies de origen americano. Las cactáceas son llamadas
científicamente Opuntia ficus-indica por ser unos cactus que crecen en zonas áridas
alrededor del mundo y en estado silvestre o semiáridas (secas).
Se dice que su planta es “mágica, noble y fuerte”, ya que se desarrolla en cualquier
condición climática y no es exigente en agua ni suelo. Se aclimata y adapta desde los
400 hasta los 4.000 metros sobre el nivel del mar.
En España se la conoce como “Higo chumbo”, en Perú y Bolivia se le llama “Tuna” y
en México como “Nopal”; al fruto si es dulce se conoce como tuna y si es de sabor agrio
o ácido se conoce como xoconostle. Este fruto lleno de pepitas se produce en países
como Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Venezuela, México, Uruguay, Perú, España,
Israel, China, Sudáfrica, Italia y Estados Unidos.
En Bolivia se cultivan dos tipos de tunas: las de colores (amarillo, naranja, roja y
morada) y las verdes. Sin embargo, no muchas personas saben acerca de las diferencias
que tienen estas.
Todas son comestibles, pero no todas tienen buen sabor; las tunas más
dulces son las de color naranja rojiza en su piel y la pulpa o interior es violeta intenso.
La verde, con un tiempo menor de maduración, se considera de excelente calidad. Por
eso, es una de la más demandadas en el mercado para el consumo y los usos culinarios,
ya que al ser brillantes y crocantes ofrecen más alternativas de preparación en la cocina.
Además, su alto contenido de agua ayuda a prevenir la deshidratación (un remedio
totalmente natural para el tan conocido “chaki”) y regula los niveles de azúcar en la
sangre.
La roja es otra variedad que produce más betalaínas, un pigmento antioxidante que da el
color morado intenso al fruto y las betaxantinas que tienen un compuesto único de
conocido como indicaxantin, pigmenta la tuna de colores amarillo y naranja o
combinados entre sí. Esta tiene más concentración de azúcar, por lo que será más dulce
que la tuna verde.
De igual manera, estas tunas ayudan a regular el sistema cardiaco, por lo que son
preventivas para enfermedades del corazón. Además, por lo brillante de su pulpa, son
muy buenas para decorar platos y hacer reducciones.
La tuna verde, asimismo, contiene betalaínas. En las variedades de roja y morada se
contiene más nivel de betalaínas que en las blancas y amarillo-anaranjado. Sus valores también varían dependiendo de cuán madura esté al consumirla y las condiciones en que
se cultivan.
Esta fruta se comercializa por caja y cada una contiene 200 unidades de primera calidad
(por su tamaño) y la de segunda, 250 unidades.
La tuna verde o tempranera es la primera en estar lista en diciembre. Normalmente, se
llega a vender a los mayoristas hasta en 200 bolivianos la caja, pero el precio promedio
suele ser de Bs 150.
La roja o la amarilla se vende en Bs 140 y Bs 100. Cuesta menos porque su tiempo de
vida es corto: desde que se cosecha, la fruta puede conservarse una semana a una
temperatura promedio de 12 grados sin refrigeración. La tuna verde, en cambio, puede
durar hasta 20 días a temperatura ambiente y sin refrigeración.
Lo normal es obtener entre siete y ocho toneladas de tuna por hectárea, pero con un
buen manejo se puede llegar a 15 o 20 toneladas. Es decir, un productor puede obtener
entre 25.000 y 30.000 bolivianos por hectárea de tuna.
Es un hecho que cada persona tiene su color y sabor de tuna favorito.
Y a ti, ¿cuál es la que más te gusta?
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