Íconos de la comida callejera: Mery, toda su vida dedicada a los helados de canela

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Mery Costas ha visto desde niña crecer el negocio familiar y posteriormente, tradición de los riquísimos helados de canela en la ciudad de la Paz. Esta caserita y su familia han sido muy populares desde hace bastante tiempo, pero últimamente un poco más gracias a su aparición en la serie documental de Netflix “Street Food: Latinoamérica”, representando este postre callejero tan emblemático.

Con mucha emoción, Mery cuenta que las ventas de los helados de canela comenzaron en los años 80, estando a cargo únicamente de sus padres. “Mi papi ha sido el fundador junto a otra señora de los helados de canela en la zona del cementerio y a nivel La Paz también. Antes no existían los helados de canela artesanales y naturales”, cuenta. 

Foto: Netflix

Sin embargo, para llegar hasta este punto, el camino fue complicado. El negocio habría crecido con muchas dificultades, ya que cuenta, no se recibía apoyo por parte de las autoridades, por el contrario, dada la situación del país, las represiones eran constantes. Por otra parte, el proceso era complicado, para la elaboración de los helados, los dueños adquirían bloques de hielo que llegaban en llamitas desde Chacaltaya, en la Cumbre.

Cada animal estaba a cargo de dos bloques de hielo y no solo llegaban a su destino una o dos, sino que según recuerda la caserita, a veces se encontraban entre 20 o 30. “De niña, desde que tuve uso de razón, yo ya veía como mis papás trabajaban con los helados de canela. Ellos llegaban 6 de la mañana y nos levantaban para que recibamos al llamero y dos personas que los acompañaban, así colaborábamos desde niños”, comentó. 

Por cuestiones de salud, sus papás tuvieron que dejar el negocio después de algunos años, pero como si se tratase de una tradición, Mery y sus dos hermanas se encargaron de mantener el legado de los helados, que incluye seguir utilizando una fórmula especial para prepararlos. Además, confiesa seguir utilizando la máquina artesanal que creó su padre, describiéndola como una gran solución creativa en su momento. 

Ahora, la tecnología ha avanzado y esto la benefició en cuanto a los modos de refrigeración para seguir manteniendo su producto en buen estado. Sin embargo, así como la tecnología, el cambio climático también ha ocupado un gran lugar, pero por su parte de una manera negativa. “La nieve y el hielo desaparecieron, ya no hay en Chacaltaya. Esto nos afectó porque los hieleros ya no llevan llamitas, ya no se trae el hielo de la Cordillera, ahora tienen fábricas de hielo en bloques. Además, utilizamos freezers por el calentamiento global, la temperatura ya no calienta, sino que quema y derrite rápidamente el helado”, explicó.

Foto: Netflix

Aun así, para ella y su familia, hacer helados es todo un placer; tal parece que le tomaron mucho cariño, estamos hablando de casi toda la familia, incluyendo la próxima generación que se siente muy orgullosa de haber sido parte de la historia de este producto. “Una tradición no nace de la noche a la mañana, se la hace y se la consigue y hay que fortalecerla todos los días, para ganarse el nombre y el prestigio. Ha sido difícil, sobre todo para mi papá, pero yo siempre lo he acompañado”, dijo por su parte Mery.

Para ella, vender estos helados significa felicidad a pesar de momentos difíciles que ha tenido que sobrepasar debido a las condiciones en las que antes se encontraban estos negocios, o lo duro que puede llegar a ser muchas veces el trabajo, ya que gracias al contacto que se tiene, puede conversar con diferentes clientes que recuerdan a su amable mamá, hacen bromas o incluso, comparten sus penas, ya que la mayoría se presenta al puesto luego de alguna clase de visita al Cementerio General, el cual se encuentra a pocos metros de distancia.

Según la tradición, muchas personas consumen este postre para aligerar su dolor con su dulzura y sabor.

Y es que, la caserita atribuye la preferencia por estos a su elaboración, la cual aseguran, no contiene ningún tipo de químicos, resultando ser helados totalmente artesanales y naturales, lo único que debieron implementar es un poco de colorante comestible. “No utilizamos químicos, entonces la gente puede consumir y tolerar. Otros helados están hechos en base a ellos, por eso les duele el estómago a veces. Pueden tomar una porción y no les quita la sed, pero cuando vienen pueden tomar hasta dos vasos y no les hace daño, el refresco de canela con helado incluso calma a las personas con chaki”, aseveró. 

Para la caserita, como para los clientes, este postre es exquisito, tanto que algunos lo prefieren en vez de muchos otros alimentos. La tradición a veces suele ser más fuerte.

En cuanto a su participación en el episodio de Street Food dedicado a la gastronomía boliviana comentó: “Estamos un poco acostumbrados a que nos vengan a visitar canales, pero no pensé que saldría en Netflix, lo tomé como una entrevista más, pero ahora sí vi que estamos en un documental mundial”. Además, destacó que el equipo a cargo estuvo conformado de personas muy amables a las cuales recuerda con mucho cariño.

Foto: Netflix

El día en que grabaron, como podemos ver en las escenas, se tornaba al principio muy lindo, pero llegadas altas horas de la tarde, el clima no cooperó y comenzó a granizar fuertemente. Para Mery y la producción este no fue un problema muy grande y al parecer para los clientes tampoco, “la gente dice que no se va a ir a su casa aunque truene o suene, antes de irse tiene que tomar los heladitos de canela”, nos contó orgullosa la caserita.

Ante la actual pandemia, la clientela se redujo en un principio, sin embargo, las caseritas reinventaron su forma de vender, ofreciendo al público envases en los cuales llevar a casa sus helados en tamaño individual, de 1 litro o, incluso, baldes que contienen 10 o 20 litros. Y sí, la gente los compra, cómo no si son tan ricos.

La señora Mery se describe como una mujer feliz a la cual le gusta bromear y conversar con la gente; además, es fiel amante de la música. No obstante, también asegura ser bastante sentimental, pero siempre trata de recibir con la mejor sonrisa a sus clientes.

Y, su motivación en esta etapa de su vida, más allá de su trabajo es velar porque sus hijos cuenten con salud y poder ver crecer a sus nietos, a quienes se refiere con mucho cariño. “Solo pido a Dios que me de unos añitos más de vida y salud”.

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