La familia Suaznábar-Velasco, constituida por el matrimonio de Carlos y Constantina que tuvo como fruto originalmente a nueve hijos, entre ellos Katy – su mano derecha- se ha ganado el cariño y la preferencia de la gente gracias a su trabajo, vender uno de los platillos callejeros representativos en Bolivia: el api con pastel y buñuelo. Con una historia de trabajo y resiliencia, hoy en día, después de más de 35 años siguen deleitando a sus comensales.
La pareja de origen paceño comenzó con el negocio después de una desafortunada experiencia. Luego de que la familia estuviese asentada en Los Yungas por motivos de trabajo, sufrieron un gran robo del que tendrían que recuperarse económicamente. Ante este problema, tomaron la decisión de preparar inicialmente buñuelos con miel en la zona de Alto Miraflores en la ciudad de La Paz. “Esto viene desde mis abuelitos, ellos vendían en Entre Ríos cuando mi papá era pequeño, seguramente ahí aprendió”, comentó Katy.
La tradicional feria de Alasitas fue el inicio del éxito, durante todo el mes, recaudaban de Bs 50 a 100 aproximadamente en ventas utilizando solo cerca de seis libras de harina. Con el tiempo y gracias al excelente recibimiento de la gente, decidieron establecerse permanentemente en aquel lugar incrementando la producción, pero también teniendo que enfrentar a los vecinos y de alguna manera a las autoridades.
Luego de un tiempo, una vez que la Alcaldía paceña determinó la construcción de quioscos de comida en la ciudad, lograron posicionarse hasta el día de hoy a unos pocos metros de su puesto original. En este sitio, consiguieron mejorar el negocio cada vez más y ganar popularidad. Entre los personajes destacados que visitaron alguna vez este puesto se encuentran: Evo Morales, Adolfo Paco, Juan del Granado, Héctor Uriarte, “Gato Chef”, Iván Cornejo, Giovana Cháves, entre otros.
Y es que muchos dicen que su sabor es exquisito, según afirma Katy, esto se debe al empeño que pone toda la familia para entregar productos de calidad. “El secreto es hacerlo con mucho cariño y mejorar día a día, no cerrarnos a una cosa. Donde voy trato de probar y ver qué falta o qué se puede aumentar. También la dedicación, no es hacer por hacer, hay que hacerlo bien. Para el buñuelo, por ejemplo, hacemos hervir hierbitas, no solo es agua, son secretos de familia”.
Katy es la hija del medio y quien ha acompañado incondicionalmente a sus padres durante toda su vida. Ella estudió y tomó clases de cocina hace muchos años, algo que le abrió las puertas a diversas oportunidades laborales. Sin embargo, debido al cariño que tiene por Carlos y Constantina decidió ayudarlos y utilizar su experiencia en la mejora de los productos. Actualmente es quien lleva las riendas del negocio con ayuda de sus hijos, esposo y dentro de las posibilidades, sus papás.
“Soy una mujer fuerte, trabajadora y emprendedora pero renegona, quiero hacer las cosas rápido y a la perfección. Reniego si algo sale mal, soy muy perfeccionista”, admitió. No obstante, la experiencia más linda que rescata del negocio es convivir con su familia.
“A veces nos peleamos, pero nos abuenamos. Por ejemplo, en ocasiones la harina nos tocaba mal y nos salían mal los buñuelos y los pasteles, todo depende de la harina, hemos botado mucha masa porque se cortaba por la soyja que le ponen, pero lo bueno es que estamos juntos y como familia estamos creciendo. Tenemos muy buenas anécdotas”.
Gracias al esfuerzo que cada uno invierte en su trabajo es que este puesto se ha convertido con el tiempo en uno de los preferidos por la clientela. Tener listos los productos significa una gran dedicación, pues la rutina que ellos han llevado casi todos los días durante todos estos años es comenzar con las preparaciones desde las 5 de la mañana y repetir este proceso una y otra vez, pues tienen tanto éxito que al final de la jornada los apis, pasteles y buñuelos se terminan.
Consumir estos alimentos se ha vuelto una tradición muy latente en muchos rincones del país y es en parte a ese éxito que los Suaznábar-Velasco tienen que pudieron representarla en la serie documental de Netflix “Street Food: Latinoamérica” junto a otros caseritos de La Paz. Sin embargo, para llegar a este resultado, Katy tuvo que convencer a sus papás de participar en la entrega y cuando finalmente lo hizo, la experiencia se volvió real.
“Ha sido una alegría, cuando nos vimos en la tele fue emocionante, incluso llamamos a nuestros amigos. Mis papás se alegraron, sobre todo mi papá porque se vio en el periódico y se guarda todos en los que han salido, pero mi mamá es un poco más cerrada. Es un recuerdo para toda la vida, fue una alegría”, cuenta la hija.
Por otro lado, como a muchos otros negocios, la cuarentena dictada en el país como prevención de contagios de COVID-19 cambió su rutina de trabajo y por ende, las ventas. En realidad, fue hace muy poco que consiguieron retomar sus actividades, sin embargo, esta situación no los desmotivó, más bien animó a Katy (pues sus papás no salen de casa más que para visitar Irupana) a reinventarse y adaptarse al contexto actual.
“Contamos con toda la seguridad para cuidar a los clientes, desinfecto todo y lo lavo perfectamente. Siempre fue así, pero ahora tratamos de que sea con más cuidado, en el quiosco es una persona la que cobra, otra la que despacha y otra la que hace los pastelitos. Cumplimos con las normas de bioseguridad, pero mantenemos la calidad para que nuestros clientes estén satisfechos. A veces la gente quiere consumir, pero les decimos que no, aunque se molesten”, explicó.
Carlos y Constantina tienen más de 80 años de edad, algo que cada vez los aleja más de su negocio y Katy está consciente de que en el futuro también tendrá que dejar a cargo del quiosco a alguien más. La familia desea conservar esto que también significa un patrimonio para ellos por lo que tal parece que será el hijo mayor de la caserita quien mantendrá vivo el legado y la tradición en el futuro.
Mientras, está dispuesta a disfrutar al máximo el tiempo con sus padres, a quienes describe como unas personas muy lindas y buenas, pero con carácter, sobre todo su mamá. Además, piensa expandir el negocio creando sucursales en diferentes zonas de la ciudad para no dejar con el antojo a sus fieles clientes. Pero, si ya no aguantas más, te dejamos la dirección para que puedas visitar el quiosco y deleitarte con el sabor de los buñuelos, pasteles y acompañarlos con un api bien caliente. Se ubica en la Busch y tejada Sorzano frente al banco BNB.