La salteña boliviana es un tipo de empanada muy querida por los ciudadanos, y es que su composición es exquisita, consta generalmente (porque existen muchas adaptaciones) de algún tipo de carne jugosa con papa, huevo duro, a veces aceituna y especias envueltas en una masa especial repulgada y cocinada al horno. Sin embargo, su origen ha dado mucho de qué hablar, pues resaltan diferentes versiones.
Por ello, hoy queremos contarte algunas de ellas, así podrás sacar tus propias conclusiones.
Primeras señales
Lo que se cree es que la salteña se derivó del origen árabe, pero como otro tipo de empanada y llegó a Europa y parte de África luego de que los musulmanes ocuparan las regiones desde el año 711 hasta 1492. Sin embargo, los responsables de que esta llegara a América y por supuesto al actual territorio boliviano fueron los españoles durante la época de la conquista.
Se tienen evidencias, como el censo de 1611 en donde se reconoce que este departamento fue el más poblado en la época de la conquista, todo gracias a la explotación minera. Así se supone que también fue beneficiado con las recetas europeas, entre ellas la empanada que luego se convertiría en salteña gracias al sincretismo.
¿Las Gorriti?
El escritor Antonio Paredes Candia, atribuyó en sus textos el origen de la salteña a la familia Gorriti. Cuenta que, para huir de la dictadura de Rosas, las Gorriti dejaron su Salta natal y se establecieron en Bolivia entrando por Potosí.
A modo de generar ingresos para su subsistencia, la matriarca, doña Feliciana; y sus hijas, Carmen y Juana Manuela, se dedicaron a vender empanadas basándose en una receta propia de Salta. Eso sí, no se sabe si se asentaron en Potosí o partieron a Sucre.
Como sea, estas empanadas se volvieron muy populares y su público las denominó como “las empanadas de las salteñas”, título que se fue adaptando solo a salteñas con el tiempo.
La versión del argentino tiene bastante aceptación. Sin embargo, hay quienes la cuestionan, sobre todo si se buscan evidencias. Beatriz Rossells, por ejemplo, afirma que “en ninguna de las tres recetas del libro de Gorriti, procedentes de Argentina están el ají y la papa (los componentes específicos y esenciales de la empanada boliviana). Más aún, las empanadas del recetario de Gorriti no tienen nada que ver con las empanadas bolivianas”.
¿Obra de Pueyrredón?
Existe otra versión en la que el historiador Wálter Zavala, cuanta que la salteña fue traída a Bolivia por doña Corina Pueyrredón (nacida en Salta) en 1830 aproximadamente. Al parecer, la mujer vendía empanadas de caldo en Potosí y la gente que las compraba decía que estas eran de “la salteña” y terminó sucediendo lo mismo que en la anterior historia con el nombre.
¿Fue gracias a Josepha Escurrechea?
Esta es, si se podría decir, una de las más aceptadas por el público. Fue revelada por la historiadora Beatriz Rossells, quien posee un documento original, el libro de cocina de doña Josepha de Escurrechea (nacida en Potosí en 1736), hecho a mano y considerado como el recetario más antiguo en Bolivia que prueba que la salteña ya era conocida y preparada en Potosí en 1776.
Y es que representa dos detalles importantes:
- “Este es el único recetario colonial encontrado en Bolivia y en toda la región. Y, en él, la empanada ocupa un espacio notable”, se refleja que explica la autora en el diario Página Siete.
- En el recetario, la salteña se muestra igual a la que consumimos hoy en día. Es decir, se emplea tanto la papa como el ají, además de los diferentes rellenos y sus formas de ser cocinada.
Sin embargo, si lo analizamos, el año que indica no necesariamente puede representar un inicio. Eso sí, podemos asumir que la modificación con los últimos ingredientes y su consolidación, fueron por parte de Escurrechea.
Y bueno, ya te presentamos algunas de las historias que encontramos, porque de seguro existen más y más puntos que reflejan la veracidad de las anteriores. Ahora, te toca analizar y atribuir el origen de la salteña a alguna de ellas. Eso sí, mientras piensas, ¿qué tal unas salteñitas?
Fuentes: Página Siete, Los Tiempos, La Razón, El Potosí