La existencia de la miel data de por lo menos 6.000 años a. C., en los que fue representada en obras artesanales que ilustraron cómo se utilizaba de manera terapéutica o medicinal. Incluso, libros como La Biblia y el Corán hablan de algunos beneficios de este alimento para la salud.
La miel se genera a partir de un proceso realizado por las abejas que utilizan como materia prima el néctar que obtienen de las flores, aunque también puede provenir de secreciones de partes vivas de plantas o de excreciones de insectos chupadores de plantas que combinan este con otros elementos menores.
Aunque te genere muchas dudas por su característico sabor dulce, si la miel es de buena calidad, puede mejorar nuestra alimentación nuestra salud. Para que lo veas, queremos que conozcas algunas de sus cualidades.
Ayuda a reducir la presión arterial
Todo esto gracias a los antioxidantes de la miel que actúan en la sangre. Los estudios han demostrado que la miel baja la presión arterial. Sin embargo, no hay que descuidar otras fuentes de antioxidantes y el ejercicio realizado de manera regular.
Tiene cualidades antibacterianas
Gracias a las inhibinas presentes en la miel, este alimento tiene propiedades importantes como bactericida, las cuales se atribuyen de igual manera a la presencia de glucosa oxidasa. Regularmente es usada para el tratamiento de acné y para exfoliar la piel.
Se le reconocen habilidades curativas
La miel de abeja, si es utilizada de forma tópica, puede ayudar a curar distintas dolecias. Eso debido a que las abejas, en su proceso, añaden una enzima llamada glucosa oxidasa que libera peróxido de hidrógeno, elemento que puede protegernos de microorganismos patógenos.
Ayuda a reducir el colesterol malo (LDL)
Este alimento puede ser una útil defensa ante el colesterol LDL o “malo”. Esto es demostrado en varios estudios donde aseguraron que no solamente reduce el colesterol malo, sino que aumenta los niveles del colesterol HDL o colesterol bueno.
Favorece nuestros procesos digestivos
Si se combina con otros productos naturales como el jugo de limón o la canela, la miel puede potenciar de manera positiva la actividad del sistema digestivo, lo que nos ayuda a metabolizar los alimentos y prevenir indigestiones estomacales. De igual manera, se le atribuye el alivio para enfrentar síntomas de estreñimiento y sensación de pesadez después de comidas fuertes.
Es un gran antiinflamatorio
Debido a esta propiedad, la miel es recomendada para el tratamiento del dolor abdominal y síndrome premenstrual, pero también para mejorar los procesos alérgicos e hinchazones musculares.
También es fuente de proteínas
La miel contiene enzimas y aminoácidos que se originan gracias a la actividad de las propias abejas, y a veces por en el néctar de la planta. Las proteínas que lleva este alimento cumplen un papel fundamental en el crecimiento y la síntesis de distintos tejidos.
Sirve para tratar heridas y quemaduras
Ya desde las antiguas sociedades egipcias, chinas y romanas, la miel se utilizaba para tratar distintas heridas. En combinación con otras hierbas, un ungüento de miel resultaba benéfico para quemaduras de sol, infecciones por heridas y manchas en la cara. Por lo mismo se le atribuyen propiedades antisépticas, es decir, reduce la posibilidad de infecciones al aplicarse en el tejido vivo en algunas heridas.
Ayuda a regular el azúcar en la sangre
Aunque no lo creas, el secreto está su capacidad gracias a la balanza de fructosa y glucosa. Al ser consumida, la porción de fructosa que contiene la miel, permite que la glucosa sea bien recibida por el hígado para formar glucógeno, el cual pasa a estar disponible para el cerebro, el corazón, los riñones y las células rojas de la sangre, mejorando el funcionamiento de los órganos y tejidos esenciales.
Como verás, además de ser deliciosa, la miel puede ser un gran elemento para añadir a nuestra dieta de manera regular, pero controlada, ya que su abuso podría tener efectos contrarios. Disfruta de este alimento y aprovecha todo aquello que tiene para ofrecernos de la mejor manera.
Y tú, ¿sabías esto sobre la miel?
Fuentes: Evok, Psicología y Mente, Ecocolmena