Seguramente alguna vez has escuchado hablar sobre las raciones de comida durante algunas de las guerras históricas y cómo los soldados debieron exprimir al máximo lo que tenían para poder sobrevivir los meses que duraran estos conflictos. Debes saber que los cocineros designados no contaban con muchos ingredientes a mano para ser creativos, pero se las arreglaban para alimentar a los soldados todos los días o estos llevaban comida ya preparada hecha de elementos que no se echaran a perder rápido.
Hoy queremos contarte sobre algunas de las guerras más conocidas y lo que se sirvió durante su proceso:
Tropas de Napoleón
Antes de la Primera Guerra Mundial sucedió el origen de las conservas como alimento para las tropas de los ejércitos napoleónicos. Esto fue gracias al maestro confitero francés Nicolás Appert, quien por ello recibió un premio del ejército francés al ser un método práctico y seguro para conservar la comida.
En aquel entonces nacieron con el uso de envases de cristal con cierre hermético de los cuales se elimina el aire con calor, creando un vacío que prevenía que la comida se echara a perder. Aquellos envases de cristal de boca ancha eran sellados con corcho y sumergidos en agua hirviendo, consiguiendo guardar más de 50 tipos de comida diferentes, entre ellos verduras y alimentos procesados que se convirtieron en la comida de aquellas tropas francesas.
En la Primera Guerra Mundial
Durante la llamada “guerra de las trincheras”, la comida en lata y las conservas se convirtieron en las protagonistas debido a las condiciones en las que los soldados se encontraban. El enemigo bloqueaba la comunicación con la retaguardia, generalmente mediante bombardeos, obstruyendo la comunicación con los soldados, que al verse solos recurrieron a las raciones enlatadas para subsistir.
Es más, estas fueron diferenciadas entre “raciones de trinchera” y “raciones de reserva”. Las últimas solo debían abrirse en caso de mucha necesidad.
En las bases, las cocinas suministraban alimento mientras la situación no fuese tan agitada. Los alimentos que más se hacían presentes fueron el pan, jamón, queso, verduras y té en el caso de los británicos, mientras que las papas, verduras, galletas, chocolate y café se llevaron la atención de todos en las trincheras alemanas. Aunque no son alimentos, los anteriores fueron acompañados por tabaco y pequeñas cantidades de bebidas como vino, ron y licor para animar a las tropas.
Aunque las latas fueron un boom, no pudieron abastecer con cabalidad a los soldados y se dieron episodios de hambre en las tenebrosas trincheras que se solucionaban con aquellos animales que se cruzaban en su camino.
Segunda guerra Mundial
Más de 20 años después de la Primera, en la Segunda la comida de los soldados fue variada y dependía del país de origen. Por ejemplo, en los campos de batalla de la Unión Soviética y Alemania como menú principal se servía: kulesh (que se trata de una sopa de mijo con manteca de cerdo y verduras), papas guisadas, carne de res hervida y en caso de emergencias carne enlatada.
Como ya lo habrás pensado, los soldados necesitaban una dieta rica en calorías y variada para soportar las largas jornadas. Sin embargo, las raciones debían estar medidas cada día, pues durante la entrega de las mismas los soldados arriesgaban su vida. Entre los alimentos diarios de los participantes se hicieron presentes el pan, harina de trigo, papas, remolacha, carne, pescado, leche agria, huevo, fruta, cebollas crudas, leche condensada o fresca, vino tinto, repollo en conserva, pepinos salados y fruta deshidratada, como verás, mayormente elementos de larga duración.
Cabe resaltar que muchas veces la comida no era la misma para todos, pues estaba pensada según el cargo y puesto de los soldados. Por ejemplo, a aquellos pilotos se les proporcionaban alimentos variados y con más calorías, mientras que a los submarinos les daban alimentos que proporcionaran mucha vitamina C y evitaran la escasez de oxígeno a bordo.
¿Qué pasaba cuando la comida se terminaba?
En algunos casos, si la comida escaseaba por más de un día entero, los comandantes autorizaban a los soldados alimentarse con sus raciones de hierro, las cuales consistían de carne enlatada y galletas de paquete (luego se añadieron cigarrillos, caramelos, chocolate y fruta para aportar azúcar), las cuales se parecían a la ración K que fueron proporcionadas al ejército norteamericano.
Si te lo preguntaste, la “Ración K” estaba compuesta de dos paquetes de galletas, cigarrillos, chicles, azúcar, café instantáneo y una llave para abrir conservas que podían ser de carne, huevos, fruta, queso, jugo de limón, naranja o incluso uva. Asimismo, se incluyeron fósforos, papel higiénico, sal, chocolate, dulces, caramelos y tabletas para purificar el agua, un kit completo que aportaba aproximadamente tres mil calorías diarias.
Otros:
- Las tropas de Estonia incluían paté de pollo en sus raciones
- Los soldados españoles se alimentaron en parte con calamares en aceite y granos verdes con jamón
- Para los alemanes el pan de centeno fue perfecto para acompañar su gulash
- La infantería italiana recibió un trago de grappa, un licor hecho a base de uva para levantar el ánimo
En la región Andina, aunque no existen muchos archivos que lo detallen, las tropas bolivianas se alimentaron con aquellos ingredientes disponibles en la región como papa, chuño, fideo, arroz, habas, charque, entre otros, convertidos en guiso o consumidos sencillos después de cocerlos.
Los soldados debían adecuarse a la comida que se les diera en el momento, la cual quizás no era la más elaborada, pero sí adecuada para que resistieran a momentos de mucha descarga de energía, nerviosismo, miedo y angustia. Por ello, es bueno tomar en cuenta algunos de estos y añadirlos con más frecuencia a nuestra dieta (aunque no a los envasados, o en todo caso con mucha menos periodicidad) para recibir todos aquellos nutrientes pensados para satisfacerlos.
Fuentes: Cocina Delirante, BBC, Rolloid, Tapas, El Financiero