El noni, fruta del diablo, guanábana o mora de la India es originario del sureste asiático, cultivado hasta Australia e incluso la Polinesia, India, el Caribe, México, países de Centroamérica y parte de Sudamérica sobre todo en lugares cálidos. En nuestro país podemos encontrarlo en Santa Cruz, Cochabamba, Tarija y más.
El árbol en el que crece mide de 3 a 8 m de altura y está revestido por hojas satinadas de color verde brillante, mientras que sus flores tubulares son de color blanco verdoso y tienen la capacidad de autopolinizarse, lo que resulta en frutos de tono verde a amarillo que llegan a crecer hasta 12 cm de largo. La apariencia del noni luce una cáscara bastante peculiar y algunos dirían hasta alienígena, pues tiene una forma ovoide y una superficie irregular similar a la de la piña con puntos a su alrededor.
Cuando se encuentra madura, desprende un olor fuerte desde su pulpa amarga y gelatinosa poco atractiva al gusto que contiene huesos triangulares de color marrón rojizo. Dentro de cada uno se alojan cuatro semillas marrones de 3-9 mm de largo.
Su floración y fructificación comienzan el tercer año después de la siembra y luego se producen durante todo el año. Cuando se almacenan a temperatura ambiente, las frutas maduran aproximadamente una semana después de la cosecha, por lo que deben usarse con rapidez para evitar que se echen a perder. Una vez retirada la pulpa, usualmente se guardan y secan las semillas con el fin de conservarlas hasta por seis meses.
El consumo puede ser directo, pero por su sabor es mejor aprovechada como remedio medicinal, ya que se le atribuyen múltiples propiedades que se utilizan para calmar una amplia variedad de dolencias desde hace cientos de años por nuestros antepasados. Las hojas, por su parte, producen un tinte rojo, mientras que la corteza de la raíz un tinte amarillo; la madera se utiliza para combustible y postes. Asimismo, el cultivo resulta útil para la reforestación de tierras alteradas.
Beneficios
A través de los años se han identificado cerca de 160 compuestos fitoquímicos de origen vegetal en la composición de esta planta, entre los que podemos nombrar fenólicos, ácidos orgánicos y alcaloides, entre otros. Los mismos son reconocidos por tener un efecto positivo en nuestro organismo, protegiéndonos de contraer diferentes enfermedades, problemas cardiovasculares y enfermedades asociadas con el envejecimiento.
Se le atribuyen cualidades como laxante, bactericida, antiinflamatorio, anticancerígeno y antibiótico. Pero más que ello, tiene una larga historia de usos medicinales entre las culturas aborígenes. Los curanderos polinesios aprovechaban todas las partes de la planta “para tratar problemas de salud que iban desde las aftas hasta el reumatismo. Las lombrices intestinales, fiebres y las infecciones de la piel eran algunas de las enfermedades más comunes tratadas con esta panacea polinesia”.
En otras regiones de Asia y el Pacífico, las hojas, flores, frutos y corteza se aplican como tónicos, antipiréticos y descongestivos del tracto respiratorio, mientras que el emplasto de las hojas se utiliza para la tos, y el zumo de las mismas se aplica como tópico para la artritis.
Como verás, se trata de un elemento con múltiples cualidades que seguramente podrían incrementar con el estudio del mismo, así como ciertas contraindicaciones y medidas para su consumo correcto y beneficioso. Si tienes la posibilidad de encontrarlo, pruébalo y trata de investigar mucho sobre el uso que deseas darle. Mientras tanto, esperamos que te haya gustado conocerlo.
Fuentes: El País, EL Diario, Echocommunity, Alimente