El café es una de las bebidas más importantes a nivel mundial, siendo la segunda más consumida del mundo después del agua, y la segunda mercancía más comercializada después del petróleo. En Bolivia, el café se constituye en un importante producto para nuestro Patrimonio Alimentario, aunque su historia no sea tan antigua como la de otros productos originarios.
El café forma parte de nuestras tradiciones diarias: acompañando en occidente una crocante marraqueta con queso en el desayuno o en oriente a los cuñapés y sonsos en el “café de la siesta”, y en los últimos años, desde las humeantes máquinas de cafeterías de especialidad que ponen en valor a este producto boliviano de origen, altamente reconocido a nivel internacional.
Los primeros plantines llegaron a Bolivia a fines del siglo XVIII a los valles de los Yungas de La Paz. Sin embargo los primeros datos fidedignos sobre la presencia de cafetales en las haciendas yungueñas datan de los primeros años del siglo XIX[1]. Hoy en día y según datos del INE, la producción de café está concentrada en un 95% en el departamento de La Paz, sin embargo el café ha comenzado a cultivarse en otros departamentos como Santa Cruz y Cochabamba, además de variedades de café amazónico en Pando y Beni. Prueba de ello es el café ganador del Torneo Nacional Taza Presidencial 2017, que fue el café de Villa Tunari con una puntuación de 92/100.
El café boliviano fue destacado por importantes historiadores y expertos, como uno de los mejores del mundo. El viajero francés André Bresson recorrió los Yungas y publicó en un libro con sus experiencias de viaje: “… el café del país que pasa a buen derecho bajo mi propia experiencia por el mejor de toda América”[2]. No por nada, el café Geisha de la finca Takesi llegó a estar entre los 10 mejores en 2011, en un concurso internacional frente a 300 cafés de todo el mundo.
Una vez más, nuestro país sorprende con la calidad de sus productos, y es vital que se siga fomentando el crecimiento de una cultura de consumo interna, capaz de multiplicar actores, fortalecer cadenas productivas y que más familias bolivianas puedan disfrutar en su mesa un café de alta calidad.
[1] Apuntes para una historia del café en los Yungas paceños, María Luisa Soux, 2016
[2] Sept années d’explorations, de voyages et de séjours dans l’Amérique Australe, Bresson, 1886
Articulo realizado en colaboración con MIGA Bolivia
[ratings]