Don Valentín, un caserito que se ha adaptado a la pandemia para seguir trabajando

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Hace algunas semanas pude visitar el quiosco de don Valentín Ticona, uno de los caseritos más conocidos en la ciudad de La Paz. Debo admitir que había oído mucho sobre él, pero qué mejor que ver su trabajo con mis propios ojos. 

Don Valentín se encontraba atendiendo junto a su hijo a eso de las dos de la tarde en la calle Sucre y Genaro Sanjinés ya que, gracias a la cuarentena, su horario de salida cambió por completo. Antes de esta, la atención era desde las seis de la tarde hasta las dos de la mañana aproximadamente. 

La fila ya era evidente, más de seis personas con una distancia de un metro entre ellas esperaban su turno pacientemente. Pasaban una tras otra, con mucha alegría y una plática tan amena con Don Valentín que todos parecían amigos desde hace años.

“Salchicarnes, Megalomos, Hamburguesas y Salchipapas de Valentín y Laurita” es llamado el quiosco (y la página de Facebook) que el matrimonio Ticona fundó hace más de 24 años en el que, claramente, el platillo más requerido por los clientes es la Salchicarne. “Mi esposa estaba atendiendo antes, solo vendía salchipapa. Yo trabajaba en otra parte, aumentaron los clientes y me dediqué a trabajar con mi esposa”, contó Valentín.  

Muy contento, además, me contó que trata de incluir ingredientes de calidad, lo que significa invertir un poco más de capital, pero que siente que es lo mejor para cuidar a su clientela y, por ende, su negocio, a lo que además atribuye gran parte de su éxito.

Por otra parte, una de las características que yo quería saber y por la que también el puesto ha sido muy reconocido, incluso el Consejo Municipal de la ciudad de La Paz, fue por su iniciativa por el cuidado del medio ambiente, regalando y pidiendo a sus clientes tuppers para poder llevar sus alimentos desde el año pasado. A raíz de la acumulación de basura en las calles, su hijo tuvo la gran idea de contribuir desde su negocio aminorando la generación de basura.

Lastimosamente, pese a que esta modalidad fue muy bienvenida por los clientes, se tuvo que pausar debido a las medidas de seguridad para prevenir contagios del Coronavirus. “Ahora en cuarentena no puedo permitir el contacto, no debo recibir de afuera los plásticos y meterlos a mi quiosco, ese es el contacto, me cuido y cuido a mis clientes”, expresó triste. Sin embargo, aseguró que en cuanto las condiciones vuelvan a ser seguras, retomará esta iniciativa. 

Con respecto a la pandemia, pude notar que Don Valentín ha adoptado distintas medidas de bioseguridad: su quiosco presenta ventanillas que lo separan del exterior, utiliza barbijo en todo momento y ahora cuenta con la ayuda de su hijo, quien se encarga de cobrar la comida y repartir alcohol en gel, además de desinfectar la zona con un aspersor, todo con mucha calma y la gentileza que identifica a la familia. 

“Quisiera decir a todos los quioscos: con poquito podemos prevenir el contagio, tenemos que tener cuidado con el dinero, que usen barbijo. Higiénicamente vamos a salir de esta pandemia. No debe faltar el alcohol en gel, debemos cuidar a los clientes”, exclamó Valentín. Antes de despedirnos, charlamos un poco más, me contó que su plato de comida callejera favorito es el pollo frito y que antes llegaban a su puesto clientes que vivían en Santa Cruz o Cochabamba, todo gracias a su página en Facebook, creada por su niño.

Tal parece que todo esto lo ha hecho muy popular y preferido, durante la entrevista tuvimos que parar en algunas ocasiones porque las personas se acercaban pidiendo algún platillo del menú. “Mis clientes son fieles, no fallan. No estaba trabajando durante tres meses y la primera semana que alzan la cuarentena no salí, pero tenía muchos mensajes en mi celular y en el feis que decían “¿hasta cuándo nos vas a castigar?” Yo les agradezco, por ellos vivo, ellos también me aprecian harto, es que yo también les doy una buena porción para que se llene su estomaguito”, comentó orgulloso.

Y es que no es mentira, si la gente no pasaba por el quiosco a comprar, siempre se acercaba a saludarlo, algo que me hizo notar aún más el cariño característico que muchas personas sienten por sus caseritos o caseritas.

Antes de retirarme, agradeció gentilmente mi visita y me invitó su especialidad, la cual debí esperar hasta llegar a casa para probarla, muy rica, por cierto. Bastante agradecida, acepté y pude tomar algunas fotos con mi celular, en las cuales podemos ver muchas cosas que han cambiado a raíz de la pandemia, una de ellas el aspecto de los quioscos que conocíamos y sus cuidados, que en realidad, son en beneficio de nuestra salud y nuestra lucha.

Dato curioso:

En nuestra charla le pregunté si tenía alguna opción vegetariana, a lo que me respondió que sí, muchas veces ha modificado su menú creando un platillo con papas fritas, huevo, tomate y cebolla para que nadie se quedara sin comer. 

Además, cuenta él, que tenía un cliente de origen alemán que vivía cerca del negocio. Al parecer, un día decidió probar uno de los platillos que ofrece Don Valentín. Al joven le gustó tanto la salchicarne que se volvió un comprador recurrente.

“Probó mis productos y dejó de ser vegetariano, pero solo comía carne aquí, en otras partes no”, aseguró el dueño. Cabe resaltar que en las calles lo conocían como “el chico vegetariano de la salchicarne”.

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