El árbol madroño, conocido también como canime, currucay, palo de aceite u ocoró en Bolivia, es una especie originaria de los bosques de Colombia, Venezuela y Panamá que se ha extendido también por Costa Rica, Bolivia, Brasil y otros países, sobre todo por la cuenca amazónica en compañía de otras variedades.
Este, tiene un tamaño mediano, que puede llegar a medir entre los 8 a los 15 metros de altura y crece en zonas húmedas desde los 1800 msnm y para desarrollarse con éxito se han promediando temperaturas medias anuales de 22 a 28 °C, generalmente las que se encuentran en los bosques tropicales.
La forma en la que se propaga es a través de su semilla, dando vida a unos arbolitos con un crecimiento lento en los primeros 2 a 3 años. Pese a esto, se considera una especie fácil de cultivar, pues se adapta bien a diferentes condiciones ambientales. Una vez que llega a su punto máximo, fructifica entre los meses de mayo a agosto.
De acuerdo con expertos, este género cuenta con más de 600 especies de las cuales 225 son árboles, siendo la del ocoró la más famosa, aunque otros estudios la han catalogado en una categoría de rareza alta debido a su tamaño e imponencia en las tierras.
En cuanto a los suelos, se sabe que tiene una buena tolerancia a suelos salinos, pero lo ideal es que se ubique en aquellos “francos o francolimosos, ricos en materia orgánica y bien drenados. Su hábitat se encuentra en bosques primarios o riparios, planicies inundables o várzeas y sobre suelos arenosos. También se puede encontrar en relictos de bosque, rastrojos bajos y bordes de camino”.
Aunque crece en zonas húmedas, en la adultez necesita de bastante exposición solar y en la juventud estar en sombra. Mientras que sus flores producen un polen atractivo para la gran variedad de insectos que las polinizan, sus frutos son consumidos por diversas especies de aves que ayudan a dispersar las semillas.
Su follaje es denso, por lo que se lo usa comúnmente como barrera viva para evitar el ruido y la contaminación del aire, pero también para aislar espacios y generar privacidad.
Sus flores, por otra parte, son pequeñas, de color blanco y poco llamativas, pero sus frutos todo lo contrario. Estos son bayas con forma de ovalada y un poco alargada que tienen como cáscara una capa gruesa y de color amarillo. En su interior, la misma guarda pequeñas semillas de tonalidad oscura que se cubren por una pulpa blancuzca, agridulce y jugosa.
Usos
Gracias a su gran porte y belleza, así como su resistencia a plagas y enfermedades, se usa como especie ornamental. Por otro lado, el fruto se consume principalmente al natural, aunque se transforma la pulpa para preparar jaleas y jugos.
La cáscara también se utiliza para combatir la fiebre, pues no sólo es un alimento delicioso, sino también beneficioso para la salud.
Esto se atribuye a su contenido rico en nutrientes, carbohidratos, agua, potasio, proteínas, lípidos, Vitaminas A y C, calcio, fósforo, magnesio y hierro, resultando en un elemento ideal para proporcionar energía de calidad, combatir alergias, inflamaciones, problemas digestivos y el envejecimiento celular al ser antioxidante.
Asimismo, su madera, que es bastante dura y pesada, se emplea como combustible y en tareas de construcción, ebanistería y carpintería en general.
Como verás, se trata de un fruto que puede ser bien aprovechado si se conocen todas sus cualidades nutritivas y ornamentales. Esperamos que te haya gustado saber más sobre él y que en alguna oportunidad puedas encontrarlo.
Y tú, ¿ya conocías este fruto?
Fuentes: Naturalist, Árboles frutales exóticos y poco conocidos en Puerto Rico, Casa Rivera, GustuBlog, Ezwama